Primer Hábito: Sea Proactivo

Primer Hábito: Sea Proactivo
Este es un resúmen del primer hábito del libro Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva de Stephen R. Covey.

La autoconciencia es una cualidad exclusiva de los seres humanos y es la capacidad de pensar sobre los propios procesos del pensamiento. Esta es la razón de que el hombre posea el dominio de las cosas del mundo y de que pueda realizar progresos significativos de generación en generación.

Por eso podemos evaluar y aprender de las experiencias de los otros, tanto como de las nuestras. Por eso podemos crear y destruir nuestros hábitos.
No somos nuestros sentimientos. No somos nuestros estados de ánimo. Ni siquiera somos nuestros pensamientos. El hecho mismo de que podamos pensar sobre estas cosas nos separa de las cosas y del mundo animal. La autoconciencia nos permite distanciarnos y examinar incluso el modo en que nos «vemos»: ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para la efectividad.
El espejo social.
Si la única vision que tenemos de nosotros mismos proviene del espejo social (del actual paradigma social y de las opiniones, percepciones y paradigmas de las personas que nos rodean), la concepción que tengamos de nosotros mismos será como la imagen reflejada en los espejos deformantes de los parques de atracciones.
«Siempre te retrasas»
«¡Comes como un cerdo!»
Estas imágenes parecen de proporción y a menudo proyectan las preocupaciones y las debilidades de carácter de las personas en las que se originan.
Existen 3 teorías deterministas ampliamente aceptadas, que independientemente o en combinación pretenden explicar la naturaleza del hombre:
  • El determinismo genético dice básicamente que la culpa es de los abuelos. esa es la razón de que usted tenga mal genio. Sus abuelos eran irasibles y esto esta en su ADN. El ADN pasa de generación en generación y usted lo ha heredado. Además usted es irlandés, y así son los irlandeses.
  • El determinismo psíquico dice básicamente que la culpa es de los padres. Su educación, sus experiencias infantilesestablecieron lo esencial de sus tendencias personales y la estructura de su carácter. A ello se debe que no le guste estar rodeado de personas. Así es como lo educaron sus padres.
  • El determinismo ambiental dice que la culpa es del patrón o el jefe (o de su esposa, su hijo adolescente, su situación económica o el gobierno de su país). Alguien o algo de su ambiente es responsable de su situación.
Entre el estímulo y respuesta.
Victor Frankl, un psicólogo judío educado en la tradición de la psicología freudiana (según la cual, lo que nos sucede de niños forma nuestro caracter y personalidad) estuvo encerrado en un campo de concentración nazi, donde tuvo que soportar las cosas más repugnantes imaginables. Sus padres, su hermano y su mujer murieron en los campos, en las cámaras de gas. Con excepción de su hermana, Frankl perdió a toda su familia y además fue torturado y humillado.
Un día, desnudo y solo en una pequeña habitación comenzó a tomar conciencia de lo que denominó «la libertad última», esa libertad que sus carceleros nazis no podían quitarle. Ellos podían controlar todo su ambiente, hacer lo que quisieran con su cuerpo, pero el propio Victor Frankl era un ser autoconsciente capaz de ver como observador su propia participación en los hechos. Su identidad básica estaba intacta. En su interior él podía decidir de qué modo podía afectarle todo aquello. Entre lo que le sucedía, o los estímulos y su respuesta, estaba su libertad o su poder para cambiar esa respuesta.
En medio de sus experiencias, Frankl se proyectaba hacia contextos distintos; por ejemplo, se imaginaba dando conferencias ante sus alumnos después de haber sido liberado del campo de concentración.
Con la ayuda de su disciplina mental ejercitó su pequeña y embrionaria libertad, que entonces creció hasta hacerse mayor que la de sus carceleros nazis. Los nazis tenían más libertad exterior pero él tenía más libertad interior, más poder interno para ejercitar sus opciones. Se convirtió en un ejemplo para quienes lo rodeaban, incluso para algunos de los guardias. Ayudó a otros a encontrar un sentido en su sufrimiento y dignidad en su vida de prisioneros.
En las circunstacias más denigrantes, frankl uso el privilegio humano de la autoconciencia para descubrir un principio fundamental: entre el estimulo y la respuesta, el ser humano tiene la libertad de elegir.

La proactividad definida.
La proactividad no solo significa tomar la iniciativa.
Proactividad significa que, como seres humanos, somos responsables de nuestras propias vidas. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones. Podemos subordinar los sentimientos a los valores. Tenemos la iniciativa y la responsabilidad de que las cosas sucedan.
Examinemos la palabra «responsabilidad», en la cual encontramos alusiones a la palabras responder y habilidad; Habilidad para elegir la respuesta. Las personas muy proactivas reconocen esta responsabilidad.
La capacidad para subordinar los impulsos a los valores es la esencia de la persona proactiva. Las personas reactivas se ven impulsadas por sentimientos, por las circunstancias, por las condiciones, por el ambiente. Las personas proactivas se mueven por valores: valores cuidadosamente meditados, seleccionados e internalizados. También las personas proactivas se ven influidas por los estímulos externos, sean físicos, sociales o psicológicos. Pero su respuesta a los estímulos, consciente o inconsciente, es una elección o respuesta basada en valores.
Como observó Eleanor Roosvelt: «Nadie puede herirte sin tu consentimiento». Y Ghandi dijo: «Ellos no pueden quitarnos nuestro autorrespeto si nosotros no se lo damos».
Lo que nos hiere o daña no es lo que sucede sino nuestra respuesta a lo que sucede. Desde luego hay cosas que pueden dañarnos físicamente o perjudicarnos económicamente y producirnos dolor, pero nuestro carácter, nuestra identidad interior no tiene que quedar herida. De hecho, las experiencias más difíciles son finalmente las que moldean nuestro carácter y hacen que se desarrollen nuestras fuerzas internas.
Tomar la iniciativa
Nuestra naturaleza básica consiste en actuar, no en que se actue sobre nosotros. Esto nos permite elegir nuestras respuestas a circunstancias particulares, y además nos da poder para crear circunstancias. Tomar la iniciativa significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan.
Actúe o deje que los demás actúen por usted
La diferencia entre las personas que toman la iniciativa y las que no lo hacen equivale literalmente a la diferencia entre el día y la noche. No estoy hablando de un 25 o 50 por ciento de efectividad; hablo de un 5000 por ciento de diferencia, en particular si esas personas son inteligentes, sensibles ante las necesidades de los demás y están siempre alerta.
Escuchando nuestro lenguaje
Nuestro lenguaje es un indicador muy fiel del grado en que nos vemos como personas proactivas.
El lenguaje de las personas reactivas las absuelve de responsabilidad.
  • «Ese soy yo. Yo soy así, eso es todo». Estoy determinado (por el destino o mi herencia). No puedo hacer nada al respecto.
  • «Me vuelvo loco!». No soy responsable. Mi vida emocional esta gobernada por algo fuera de mi control.
  • «No puedo hacerlo, No tengo tiempo». Me controla algo que está fuera de mi. El tiempo limitado.
  • «Si mi esposa fuera más paciente». La conducta de alguien más limita mi efectividad.
  • «Tengo que hacerlo». Las circunstancias u otras personas me obligan. No tengo libertad de elegir.
Este lenguaje se deriva de un paradigma determinista y el espiritu es tranferir la responsabilidad a otros.
Círculo de preocupación / Círculo de influencia.
Otro modo excelente de tomar conciencia de nuestro grado de proactividad es examinar que que invertimos nuestro tiempo y nuestra energía. Cada uno de nosotros tenemos una gama de preocupaciones: la salud, los hijos, los problemas del trabajo, la deuda pública, la guerra nuclear, etc. Esto se puede definir como nuestro círculo de preocupación.
Al revisar nuestro círculo de preocupación, resulta evidente que incluimos varias cosas sobre las cuales no tenemos ningún control real y con respecto a las otras si podemos hacer algo. Podemos agrupar las preocupaciones del segundo grupo poníendolas en un circulo más pequeño que podremos identificar como nuestro círculo de influencia.
Las personas proactivas centran sus esfuerzos en el círculo de influencia, se dedican a las cosas que pueden mejorar. Su energía es positiva y aumenta, con lo cual pueden hacer su círculo de influencia aún más grande.
Las personas reactivas centran sus esfuerzos en su círculo de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en las personas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control. De ello resultan sentimientos de culpa e impotencia y una gran inefectividad.
Control directo, indirecto e inexistente.
Los problemas que afrontamos caen en tres categorías posibles:
  • Control directo. Involucran nuestra propia conducta
  • Control indirecto. Involucran la conducta de otras personas
  • Inexistencia de control. Problemas sobre los que no podemos hacer nada (como nuestras realidades pasadas)
Soluciones:
  • Los problemas de control directo se resuelven trabajando en nuestros hábitos personales
  • Los problemas de control indirecto se resuelven mejorando nuestros métodos de influencia: empatía, persuación, etc.
  • Los problemas de inexistencia de control suponen cambier nuestras actitudes: sonreir y aceptarlos auténtica y pacíficamente. Aprender a vivir con ellos.
Ampliando nuestro círculo de influencia.
A través de centrarnos de forma decidida en los problemas que se encuentran en nuestro círculo de influencia, podemos lograr que este se expanda y aumentar asímismo nuestra capacidad para lograr mayores y mejores resultados.
Los tener y los ser
Un modo de determinar cual es nuestro círculo de preocupación consiste en distinguir los «tener» y los «ser». El círculo de preocupación está lleno de «tener»:
  • Me sentiré contento cuando tenga mi propia casa.
  • Si tuviera un jefe que no fuera tan dictador…
  • Si tuviera mi título.
El cículo de influencia está lleno de ser:
  • Puedo ser más paciente,
  • ser más sensato,
  • ser más cariñoso
El foco está en el carácter. El enfoque proactivo consiste en cambiar de adentro hacia afuera. Ser distinto y de esa manera provocar un cambio positivo.
La otra punta del palo.
Antes de cambiar el rumbo de nuestra vida hacia el círculo de influencia es necesario considerar dos cosas que merecen una consideración profunda: las consecuencias y los errores.
Si bien somos libres para elegir nuestras acciones, no lo somos para elegir las consecuencias de estas acciones. Las consecuencias son gobernadas por leyes naturales. Están fuera de nuestro círculo de influencia, en el círculo de preocupación.
El enfoque proactivo de un error consiste en reconocerlo lo más pronto posible, corregirlo y aprender de el. Esto literalmente convierte el fracaso en éxito. T. J. Watson de IBM dijo » El éxito está en el lado opuesto del fracaso».
Comprometerse y mantener los compromisos.
Los compromisos con nosotros mismos y con los demás y la integridad con que los mantenemos son la esencia de nuestra proactividad. Allí también reside la esencia de nuestro crecimiento.
Desafío al lector a que ponga a prueba el principio de la proactividad durante 30 días. simplemente inténtelo y vea lo que sucede. Durante 30 días trabaje solo en su círculo de influencia. Plantéese pequeños compromisos y manténgalos. Sea una luz, no un juez. Sea un modelo, no un crítico. Sea parte de la solución y no parte del problema.
Más información sobre el método de los 30 días de prueba en el artículo: 30 días de prueba para el éxito.
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2 Comentarios en “Primer Hábito: Sea Proactivo
  1. Jesus Guerrero dice:

    Gracias Ulises. Te invito a que más adelante consultes aquí los resúmenes de los restantes 6 hábitos.

  2. Ulises Paradiso dice:

    Jesus,

    Felicitaciones por el blog.

    Compartimos el interés por la superación personal.

    Has hecho una muy buena síntesis del primer hábito de un libro excelente como es el de Stephen R. Covey.

    Abrazo,

    Ulises Paradiso